espiaEl descubrimiento –o la revelación- de un sistema estadounidense de vigilancia electrónica de las comunicaciones en Europa, que se suma a otros episodios de vigilancia en aquel país, genera, además de estupefacción, una grave preocupación. Estupefacción doble. En primer lugar para aquellos confiados, aunque la mayoría sin llegar a la ingenuidad, que pensábamos que la Administración Obama oba a ser más cuidadosa con el respeto a la intimidad y los derechos individuales, dentro y fuera de los Estados Unidos, que cualquier otra posible, incluidas algunas europeas. Ya se ve que no, que la preocupación por la seguridad abate  garantías en cualquier sitio y sean los gobiernos del color que sean, que no por imaginado es la segunda estupefacción. Nótese que, junto a las quejas a Washington de la Unión Europea y de alguno de sus países miembros, se descubren ahora o se denuncian la existencia de otros programas de vigilancia sin respaldo legal, y con la justificación de la lucha contra el terrorismo, en varios países europeos. El Gran Hermano despliega aquí y allá a toda la familia, grandes y pequeños, y, paradójicamente para defender nuestra libertad, la hiere o acaba con ella reiteradamente.

No se trata de negar que el terrorismo, presente como grave amenaza y cada vez más sofisticado, requiere una actitud vigilante, instrumentos técnicos y legales de prevención y dedicación constante en su combate. Se trata, sin embargo, de que la batalla contra él no suponga la vulneración de los derechos y libertades que se pretenden salvaguardar. Europa, además de protestar y de ejercer una presión diplomática en Estados Unidos, necesita un marco legal de protección de la intimidad y de datos que va más allá, sin duda, de la limitación del Parlamento europeo a las pretensiones estadounidenses para con los viajeros. Nos falta un marco legal adecuado (adecuado contra el terrorismo y adecuado a favor de los derechos de los ciudadanos europeos) que no esté desfasado, como ocurre, por los avances técnicos y el desarrollo de las comunicaciones electrónicas. Ha pasado ya demasiado tiempo en el que, a pesar de las evidencias, no se ha avanzado en esta necesaria directiva europea. Si de algo puede servir la agresión denunciada de este espionaje estadounidense es para que la legislación de la Unión en la materia se acelere. Y que se aplique similar criterio garantista y e encuadre legal a los programas y sistemas de vigilancia de cada gobierno.